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  • De la taza a la casa: cómo los residuos de café están construyendo sueños en Colombia

06/12/2024

¿Sabías que los residuos del café que disfrutas cada mañana pueden transformarse en las casas de ensueño de cientos de familias rurales en Colombia? Lo mejor de todo: estas viviendas llevan el sello de innovación de la Universidad de los Andes

Todo comenzó hace un poco más de 14 años cuando la empresa de construcción Madeco, con más de 36 años en el mercado, decidió que era el momento de apostarle a nuevos modelos constructivos más amigables con el medioambiente, teniendo en cuenta que los materiales tradicionales de construcción generan más del 12% de las emisiones de CO2 al planeta.  

Así nació Woodpecker, como una hija de Madeco, dedicada a la producción y comercialización de productos fabricados con materiales compuestos de fibras vegetales y polímeros reciclados, conocidos como WPC, para la construcción de viviendas, aulas y otras infraestructuras sociales.  

Woodpecker usa cascarilla de café mezclada con plástico reciclado para obtener un material homogéneo, resistente y de altísima calidad, residuos que de no reusarse terminarían incinerados, en botaderos o en alguna fuente hídrica.  

Este material es el resultado de una larga investigación realizada en los laboratorios de Ingeniería de la Universidad de los Andes

“Cuando decidimos iniciar con el proyecto nos contactamos con la Universidad de los Andes, bajo la asesoría del profesor Jorge Medina, porque conocíamos el trabajo que realizaban en el desarrollo de nuevos materiales. La universidad se interesó y nos fuimos a Colciencias para lograr financiar la iniciativa. Se probaron distintas fibras: arroz, coco, palma africana y café, entre otras, sin embargo, la cascarilla del café resultó ser más fuerte y seca. Además, se trataba del producto más representativo del país. Fueron dos años iniciales de investigación solo para obtener el material”, sostuvo Alejandro Franco, gerente general de Woodpecker.  

Con el material que se obtiene de la mezcla de la cascarilla de café y el plástico reciclado, considerado como madera plástica o madera alternativa, Woodpecker fabrica piezas modulares que, al igual que un LEGO, permiten construir viviendas, aulas y baños, entre otras infraestructuras, de forma fácil, ligera, rápida y económica, lo que permite suplir el déficit de vivienda en regiones apartadas donde la construcción tradicional no llega.  

Estamos hablando de zonas como La Guajira, La Mojana, en Sucre, Chocó y Amazonas, entre muchas otras, donde Woodpecker ha construido alrededor de 2.000 viviendas, más de 13 colegios, 900 aulas, 44 baterías sanitarias y centros de desarrollo infantil.  

El crecimiento de la compañía y su interés de que el país contemple este material y este modelo de construcción dentro de su normativa hizo que Woodpecker acudiera nuevamente a la Facultad de Ingeniería de Los Andes para adelantar la investigación y hacer las pruebas necesarias que demostraran la solidez y la seguridad de este diseño.  

“Las normas sismo resistentes que tenemos en Colombia solo contemplan materiales tradicionales como: concreto, acero, mampostería, madera y bambú. No obstante, la misma norma establece que, para el uso de material diferentes a los tradicionales, se tenga que solicitar un régimen de excepción, el cual deberá estar soportado por una investigación a través de ensayos experimentales, no solo del material sino de su ensamble y del sistema de construcción en general”, sostuvo Juan Francisco Correal, profesor del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad de los Andes y líder del proyecto desde la institución.  

“Así inició la nueva investigación en la que se hicieron cientos de ensayos y pruebas para desarrollar los lineamientos para este material, con los cuales se demuestra su capacidad para conformar un sistema estructural a través de muros que resistan los diferentes tipos de cargas establecidas por la norma. Todo esto para entregar el soporte técnico y la metodología, para que la empresa pueda diseñar estructuralmente sus productos, y sea el primer paso para que en el futuro cualquier ingeniero, diseñador, arquitecto o comunidad pueda realizar una construcción de este tipo”, añadió Carlos Santiago Oliveros, estudiante doctoral, quien también hace parte del proyecto de investigación desde la universidad.  

Con esta nueva investigación se buscó reemplazar el armazón de acero que venía sosteniendo los muros hasta el momento, por un sistema de muros de plástico reciclado autoportantes. De esta manera, el sistema constructivo estaría compuesto 100% por WPC, lo que lo hace aún más sostenible, liviano y versátil.  

“Un metro cuadrado de muro WPC pesa entre 18 y 21 kilogramos, entre 7 a 8 veces menos que uno de mampostería tradicional. Es un material que se deja embalar fácilmente y llega a sitio de destino en muy buen estado. Armar una casa de 40 a 50 metros cuadrados tarda entre 5 y 6 días y no requiere de mano de obra especializada, generalmente las construimos con ayuda de las comunidades”, añadió Alejandro Franco.  

La nueva investigación, realizada en el Laboratorio de Estructuras Alberto Sarria Molina, de Ingeniería Civil, fue un éxito y demostró que este sistema es viable en términos estructurales como solución constructiva, con la capacidad de resistir las demandas exigidas por el Reglamento Colombiano de Construcción Sismo Resistente (NSR-10) con un adecuado diseño estructural. Ahora, sus investigadores realizarán un informe técnico que, junto a Woodpecker, llevarán a la Comisión Asesora Permanente para el Régimen de Construcciones Sismo Resistentes para solicitar un régimen de excepción que avale este sistema constructivo bajo los requisitos del reglamento. 

Aunque, inicialmente, el régimen de excepción se entregaría para uso exclusivo de Woodpecker, este avance le dará un mayor impulso al uso del WPC, potenciará este nuevo modelo de construcción y permitirá, en un futuro, desarrollar lineamientos de forma general para todo el público.  

Gracias a esta iniciativa, el café que mueve las mañanas de miles de colombianos ahora está construyendo sueños y esperanza para comunidades enteras en las zonas rurales y está contribuyendo a la reducción de emisiones contaminantes.  

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